Sesión extraordinaria con motivo del XXV Aniversario de la constitución del Parlamento de Canarias

El jueves, 29 de mayo,celebramos en el Salón de Plenos del Parlamento de Canarias, una Solemne Sesión Extraordinaria con motivo del XXV Aniversario de la constitución de la Cámara Legislativa.

29/may/2008

Durante el acto intervino el Presidente del Parlamento de Canarias, Antonio Castro, con el siguiente discurso:

"Señor Presidente del Gobierno, mi especial agradecimiento a usted y su gobierno por la asistencia a este acto tan señalado. Señoras y señores diputados.

El acto que nos convoca conmemora una fecha especial en el sentimiento que une a todas las islas y a los ochenta y ocho municipios asentados en nuestro territorio, desde la histórica Betancuria al recién creado ayuntamiento de El Pinar.

Celebramos en esta institución, que detenta la representación democrática de nuestro pueblo, el 25 aniversario de la proclamación del Día de Canarias, establecido por acuerdo plenario de 9 de marzo de 1983 y fijado para la fecha de constitución del Parlamento salido de las primeras elecciones autonómicas.

Por ello, quiero expresar la bienvenida más cordial a doña Carolina Darias, Delegada del Gobierno; a don José Luis Vega Alvárez, General Jefe del Mando de Canarias; y a las autoridades civiles, militares, judiciales, académicas y religiosas, diputados y senadores, alcaldes y representantes de los cabildos insulares que nos acompañan.

En nombre de la Mesa y en el mío propio un saludo especial a quienes, en primer término, han representado y gestionado la voluntad del pueblo canario: todos los presidentes de la Comunidad Autónoma, desde 1982 hasta hoy; don Jerónimo Saavedra Acevedo, don Lorenzo Olarte Cullen, don Manuel Hermoso Rojas y don Adán Martín Menis; y a los que, por obligaciones inexcusables – don Fernando Fernández Martín y don Román Rodríguez Rodríguez – han excusado su asistencia; y a las señorías que me precedieron en la Presidencia de este Parlamento: don Victoriano Ríos Pérez, don José Miguel Bravo de Laguna Bermúdez y don Gabriel Mato Adrover. Su presencia nos honra a todos, y a mí de manera especial, y les honra a todos ellos, que desempeñaron sus funciones con lealtad, eficacia y entrega y constituyen un sólido ejemplo para nuestra sociedad. También nuestro respetuoso recuerdo para don Pedro Guerra Cabrera.

Entre agosto de 1982 y mayo de 1983, Canarias cubrió todas las etapas preceptivas para su conformación como Comunidad Autónoma y para el ejercicio de su autogobierno.

Al amparo de la Constitución, el 10 de agosto de 1982 se promulgó el primer Estatuto y, cuatro meses después se constituyó el Parlamento provisional para cumplir tres objetivos: la elaboración de la Ley de la Administración y el Gobierno de Canarias, la preparación y convocatoria de las elecciones autonómicas y el establecimiento de una fecha que, conmemorara, anualmente y en toda la geografía canaria, el acontecimiento más relevante de nuestra historia.

La autonomía, y ahí está el sentido de esta fiesta civil, marcó una nueva época, avalada por la legitimidad democrática, que trajo las mayores cotas de progreso y justicia social conocidas y que nos permite construir, voluntad con voluntad, codo con codo, el futuro mejor con el que soñaron las generaciones pasadas y al que aspiran las de ahora y las del futuro.

Evocamos, con emoción y afecto y desde la gratitud común a su entrega, a todos los protagonistas de veinticinco años intensos, nutridos de aciertos colectivos y errores imputables a la inexperiencia, pero nunca a la falta de celo de las personas que, por libre elección, asumieron responsabilidades en esta institución que representa e integra a dos millones de canarios.

Nuestro más cálido homenaje a los diputados y funcionaros fallecidos, a los periodistas que informaron de los albores de nuestra autonomía y que hoy no están entre nosotros.

El más entrañable saludo a cuantos hoy, felizmente, comparten la plenitud de estos recuerdos, desde la actividad o el voluntario retiro de las tareas políticas.

Y, especialmente, nuestra mayor gratitud a la ciudadanía canaria, por cuya decisión, libre y soberana, pudimos representarla en los años más hermosos de nuestra vida, en un horizonte de convivencia plural y con la meta común del progreso para nuestra tierra.

La mejor expresión de ese reconocimiento es demostrar, con ilusión y esfuerzo, con hechos y palabras, que estamos a la altura de su mandato y de la dignidad de su representación; que somos capaces de buscar espacios de acuerdo, cuantos sean posibles, para las grandes cuestiones de Canarias, para las asignaturas pendientes y para los desafíos venideros.

Compartimos, con todos los matices legítimos, el análisis de un hecho incuestionable: Canarias es la nacionalidad con más y mayores diferencias en el conjunto de las comunidades de España.

Todos reconocemos los gravosos costes que provocan la lejanía e insularidad y nuestra condición de frontera sur de Europa, mostrada en estos años en su rostro más dramático: la inmigración que demanda acciones globales y programas de cooperación y desarrollo para paliar la pobreza extrema y aliviar la vieja deuda que los países desarrollados mantienen con el Tercer Mundo; en suma la disposición moral de la solidaridad.

En las coordenadas actuales, es posible el consenso en la protección del Medio Ambiente, de nuestra naturaleza y patrimonio artístico; de nuestras tradiciones y nuestra cultura y, en consecuencia, el impulso de los planeamientos locales e insulares, de las infraestructuras imprescindibles para articular el territorio y de su gestión transparente, bajo normas pactadas que impidan equivocaciones sobre nuestro principal recurso para el desarrollo sostenible.

Los hechos diferenciales canarios, reconocidos por la propia Constitución, exigen, sin dilación ni apresuramiento, encaje y tratamiento específicos en los ámbitos español y europeo, que establezcan definitivamente las competencias que nos corresponde ejercer, derivadas de nuestra posición geográfica, nuestra cultura y nuestras históricas y abiertas relaciones comerciales. De esa manera, podremos afrontar, con medios y garantías, los desafíos de la globalización y de los tiempos futuros.

Marcada por los asuntos que sus señorías conocen y la actualidad nos impone, la agenda política tiene la absoluta prioridad del diálogo franco entre los partidos aquí representados, que es la parte mayor, y librar nuestras legítimas diferencias en el campo de la razón, el respeto a la razón contraria y la voluntad de acuerdo.

Señoras y señores diputados: Esa sería, sin ninguna duda, la mejor consecuencia del aniversario que celebramos en esta Casa de todos: los tiempos en los que iniciamos el camino al autogobierno y que, veinticinco años después, nos recuerda cuanto hemos avanzado desde entonces.

Esta es una fecha para reconocernos como un pueblo que, por encima de los números, la superficie y la demografía, alienta un ideal colectivo de libertad y progreso, una larga tradición de paz y de concordia; una vieja vocación de nexo entre tres continentes, una capacidad acreditada para vencer, desde la unidad, todas las dificultades y con la esperanza y la solidaridad como herramientas para el futuro.

Concluyo con mi gratitud por la presencia de todos ustedes aquí, con el regocijo de poder celebrar este 25 aniversario de la proclamación del Día de Canarias.

Muchas gracias".